martes, julio 05, 2011

Zippo

Había tomado la decisión de no tener pareja. Quería disfrutar de la casa en la que vivía sola, crear mis pasatiempos y mis pensamientos. Quería más noches con amigas, más comedia en el cine y menos drama en mi vida.

En esas andanzas encontré al compañero perfecto. Uno que realmente no le importaba mi maquillaje o mi vestimenta, alguien que se fascinaba fácilmente con cualquier historia que le contara.

Es verdad, él en ese tiempo solo tenía dos años, pero realmente sosteníamos las conversaciones más entretenidas que pueda imaginar.

El mundo por sus ojos se veía grande, seguro y lleno de fantasía. Él en mi encontraba historias viejas, anécdotas de los lugares y las personas.

No se bien como nació su sobrenombre pero en la casa le decimos Zippo. Es mi sobrino y ahora que tiene 10 años aún sigue siendo una de las personas más entretenidas que conozco.

Es por eso que nos surgió la idea de invitarlo por una semana a nuestra casa. Esa semana le dará oportunidad de convivir con la naturaleza, encontrar un ojo de agua, nadar con los delfinas y convivir con los lobos marinos.

Esta idea no tendría nada de extraordinaria si no es porque será la primera interacción que esta pequeñísima familia tenga con un niño. Esta casa por primera vez escuchará la risa y los pasos de un pequeño.

Pensamos que con 10 años el riesgo es mucho menor y casi podemos asegurar que todos los involucrados terminaremos en una sola pieza.

Es un maravilloso experimento que me tiene emocionada y, aunque aún no han aceptado nuestra invitación, puedo imaginarme las tardes que pasaremos aquí y el amor que se va a desparramar por esta casa.

Can't hardly wait.

jueves, junio 30, 2011

De noches y de arena

Mis pies se han llenado de arena. A veces llevo un paso cansado y el calor me confunde al punto que olvido a donde iba.

Otras veces encuentro la energía del ángel que cuida mis pasos, mis sueños, mi alma y a veces hasta me aparta un sillón reclinable para que descansen mis locuras.

La vida se me pinta en ciclos y constantemente voy encontrando nuevos inicios. Los cambios siempre son bienvenidos.

Hay días en los que quisiera ir a casa, salir a caminar y encontrarme de sorpresa un rostro conocido, una mano amiga de la cual me pueda tomar un rato.

Hay noches que ideo planes, que fraguo caminos que nos vuelvan a juntar y recuerdo sacar las guitarras, ese lazo permanente e indestructible que nos dice que las cosas no son tan complicadas.

Y sigo caminando coleccionando abrazos, contando historias, tejiendo los recuerdos que se me habían perdido en el camino.

Es tiempo de hacer maletas, aunque de nuevo me hace falta llevarlas un poco más llenas y rodar un poco más lejos.

Pero por lo pronto, en lo que sigo dando vueltas en el mismo pedacito, dejaré que mi mente se me escape unos días, que vaya al lugar donde existen las máquinas del tiempo, donde las flores son más grandes que los edificios, donde las nubes bajan a bailar conmigo y donde la luna y yo matamos las noches con largas conversaciones y un vaso de limonada.

Quizás mi mente y usted se puedan encontrar en ese lugar. Es una cita a la que prometo llegar a tiempo.

Cuadro de Carla Sonheim

jueves, junio 23, 2011

El guante

Veníamos llegando de viaje. Después de varios días de desvelos llegamos directo a trabajar con una larga lista de pendientes esperándonos en casa.

Empezamos a preparar la ruta del día cuando escuchamos un llanto escalofriante, el doloroso llanto de un perrito lastimado. No pudimos seguir conversando, aquel sonido era desgarrador.

Buscamos el origen, pensando que de alguna manera pudiéramos ayudar. Nuestra vecina había atropellado a un cachorrito y lo dejó a su suerte.

No pudimos evitar involucrarnos, era el cachorro con los ojos más dulces que he visto. No se veía muy lastimado pero si muy asustado. Lo envolvimos en una toalla vieja y llevamos al veterinario.

Nos confirmó que no tenía nada grave, podía caminar y nada parecía estar quebrado. Le dio antibiótico y al día siguiente lo llevamos de nuevo para desparasitarlo y darle un baño antipulgas.

El cachorro se había transformado. De ser un perrito sucio y flaco pasó a ser un cachorro regordete y esponjadito. Resultó ser un pastor australiano. Planeábamos cuidarlo hasta que se repusiera y buscarle un hogar. Rápidamente encontramos familias interesadas en adoptarlo.

Lo llamamos “guante” por el aguante que había demostrado ante la situación adversa a la que se enfrentó durante sus 2 meses de vida.

El guante recibió sus medicamentos, una pijama, un collar y un platito para tomar leche. Pero sobre todo recibió mucho cariño de los que pasaron en esos días por esta casa. Y es que como no darle todo tu cariño a una criatura tan dulce y tan necesitada de amor. Con cada caricia te regalaba una mirada de agradecimiento a cambio.

Desde el lunes dormí en el sillón de la sala para cuidar su sueño. Su pequeño estómago parecía no acostumbrarse a la comida que aquí le dimos (o más bien que intentamos darle) pero solo parecía aceptar el agua, la leche y el suero.

Siempre pegado a mis pies en busca de un poquito de afecto, el guante luchó con todas sus ganas para reponerse. Anoche noté como me observaba, cada vez que me desperté en la madrugada lo sorprendía mirándome, casi como si quisiera platicar conmigo.

Esta mañana el pequeño guante simplemente no pudo seguir luchando. Trató de voltear a verme, pero ya no tenía fuerzas ni siquiera para mover su cabeza. Aspiró con mucha fuerza, como luchando por alcanzar aliento y después, simplemente dejó de respirar, dejándonos con una enorme tristeza.

El guante tuvo, en sus últimos días, todo el cariño que le faltó en sus primeros 2 meses de vida. Tuvo brazos para refugiarse y tuvo quien velara sus sueños.

No se si tenga el valor de repetir esta historia en algún momento de mi vida, pero por lo pronto le agradezco a mi pequeño guante la oportunidad que me dio de conocerlo, de quererlo y de sentirme la persona más importante en la vida del perrito más dulce que haya conocido.


domingo, marzo 06, 2011

En otro lugar




Si pudiera, esta noche me subiría en un bocho y manejaría hacia el sur. No saldría con un destino o una agenda. Pararía en cada lugar que me llamara la atención. Caminaría por las calles sin conocer a nadie y tratando de guardar cada imagen en mi cabeza.

Hay días en las que las palabras y los nombres pesan sobre mis brazos y una vez cada muchos años, una buena película no es suficiente.

Uno de estos días tendré que visitar la playa, caminar descalza para ver si encuentro entre la arena un pedacito de fe que traigo perdida.

miércoles, febrero 23, 2011

El amor, unos años después.


Habían pasado unos años. No pensé que siguiera en la ciudad porque en tanto tiempo nunca nos habíamos topado ni por accidente.

Muchas veces pensé en hablarle pero las cosas habían terminado realmente mal entre nosotros. ¿Para qué le habría de buscar? ¿Qué le podía decir?

Un correo de dos líneas con un saludo casual salió de una computadora en el patio de la casa de mi madre hacia un destino desconocido.

Más de quince días habían pasado cuando tuve una respuesta. Un saludo cordial y un número de teléfono.

Marqué y la voz del otro lado era diferente, un poco más profunda y serena, pero al mismo tiempo seguía siendo igual, con la misma dulzura de un chiquillo.

No recuerdo bien la conversación pero acordamos vernos.

Cuando estuve frente a él nuestras manos (temblorosas) se encontraron para saludarse. Sentados lado a lado empezamos las preguntas que nos ayudarían a pintar el cuadro de esos años que perdimos. La imagen no era la más bella, pero por lo menos era honesta.

Los días se siguieron juntando y las horas juntos se iban volviendo más. Nuestras manos se encontraban con más facilidad y nuestros brazos parecían no haberse olvidado.

Hoy han pasado poco más de 4 años desde que prometimos que sería para siempre y lo pusimos por escrito.

Algunas veces pensé en escapar, pero como él bien lo dijo, eso ya lo habíamos hecho. Ahora era tiempo de quedarse y construir.

Hoy volvimos a hablar de nuestros planes a futuro y de los que vendrán, siendo una parte suya y una parte mía y testimonio de lo que fuimos.

Cuando pensó que no veía, le miré analizando el juguete que seguramente será el primero. Lo vio con cariño y con un suspiro lo dejó de nuevo en su lugar.

El tiempo aun no se ha llegado y hay más amor que los protagonistas de esta historia deberán escribir.

Pero el momento llegará en el que corrijamos la geografía, en que los amigos vuelvan y nuestros padres escuchen (por fin) la noticia.

Por lo pronto la que escribe seguirá escribiendo y por las noches irá a dormir en los brazos de aquel que sereno, pero ilusionado, le regresó el correo de dos líneas con un saludo y un teléfono.

martes, febrero 22, 2011

Cof, cof


Pensé que ya la había librado. Y es que fui muy cuidadosa en las fiestas. El año nuevo guardé el vestido que había comprado para la ocasión y salí cual botarga con cada suéter que pude encontrar en el closet de mi madre (es que no iba preparada para una temperatura tan baja).

Cada noche dormí con calcetas, lo cual requirió de un gran esfuerzo y disciplina de mi parte y me tomé cada medicamento a la hora correspondiente.

Pero los últimos días el clima ha enloquecido. A veces pasamos un día al calor del desierto y despertamos al siguiente titiritando de frío.

Fue así como me regresó la tos. Pero al ser MI tos, no podría ser normal. Es una tos que me hace recordar al último paciente del Dr. House que terminó por expulsar un pedazo de pulmón por la boca.

Mi cerebro, al estar siempre lleno de música, se empieza a descomponer y desacomodar con tan violentos y constantes ataques “tosijosos”. Prácticamente puedo ver las notas musicales volando en todas direcciones para terminar clavadas al interior de mi cráneo.

Mi voz a cambiado, las ojeras de mi esposo se han vuelto más pronunciadas y hasta mi perro me mira con enfado cada vez que escucha el odioso y repetitivo sonido que emito.

Dos cucharadas de propóleo, un té de orégano y la que escribe se va a dormir, o por lo menos a intentarlo.

Ni tu ni yo, una de camiones.

Es una guerra perdida para ambas partes. Por un lado los usuarios del SUBA no pueden pagar una tarifa más alta y por otro lado los concesionarios dicen que ya no les alcanza.

Y es que nomás hay que darle una miradita a los camiones que no se encuentran en muy buenas condiciones.

Con los asientos quebrados, los vidrios que no cierran o lo que de plano no abren, el agujero en el piso que me hace querer sacar los pies y pedalearle como los Picapiedra o los que de plano, como le de hoy, que se quedó sin frenos y terminó estrellándose contra la parada de camiones.

De suerte que Doña María se dio cuenta y corrió para no quedar como estampita en la pared del Cbtis 11 y no hubo fatalidades que reportar.

Aquí ni la casa gana. Los Hermosillenses no cuentan con otro sistema de transporte más económico que este. ¿Será que tendremos que limitarnos a los lugares a donde alcancemos a llegar caminando?

Y es que a nadie le alcanza para nada aun cuando Cordero (Secretario de Hacienda) piense lo contrario. El muy ingrato asegura que con 6 mil pesos (lo que él gana al día) le alcanza a una familia para vivir un mes cubriendo todos sus gastos y mandando a los hijos a escuelas privadas.

Esa podría ser la respuesta para los concesionarios del SUBA, una llamadita a Cordero para que les indique como le hacen esas familias para estirar el gasto y que así, puedan hacer lo propio.

Es que no nos queda de otra, solo tenemos dos pesos y no por eso dejaran de llegar los cobros de la renta, el teléfono y la luz.

Así que usemos los 2 pesos para comprar unos buenos tenis y empezar a caminar, no queda de otra.



*Fotografía tomada de la nota del Informativo Entre Todos