Ha pasado más de un año. Me imagino que a estas alturas yo seré un vago recuerdo en su memoria.
Pero me parece apropiado que haya pasado más de un año para que usted y yo nos pudiéramos reencontrar, de esta manera no quedará ningún registro del año que se acabó.
Permítame explicarme. Para la que escribe, el año que se acabó (y al cual no quiero ni mencionar) fue un pésimo año en todos los aspectos de mi vida.
Si ese año fuera un programa de televisión sería el cambio en horario estelar del noticiero 60 Segundos al programa de la Señorita Laura.
Cada día una mala noticia seguida por una un poco peor. Las alternativas parecían escapárseme de las manos y las malas jugadas parecían haber encontrado en mi casa, la dirección del destinatario.
Así se pasaron los días y luego los meses. A diciembre llegué prácticamente a rastras, golpeada y rezando para que sonara la campana y el round terminara. Pero la campana no sonaba.
La víspera de año nuevo la familia no estuvo completa y eso para la que escribe fue la última patada del ingrato, traicionero e infeliz año que terminaba.
Pero al fin terminó y la que escribe ha vuelto con la encomienda de no nombrar al año que se fue. Al final ya se fue y no va a regresar.
Afortunadamente un día antes de que terminara encontré las palabras que me harían darle la vuelta. Yo no conocía a Joel y probablemente pase mucho tiempo antes de que lo vuelva a ver. Pero Dios sabe donde y cuando ponernos el mensaje que necesitamos.
Así, con sus dulces palabras de una fe ciega y el ejercicio de aprender a ser verdaderamente agradecida, por fin escuché sonar la campana.
Como pude llegué a mi esquina, me tomé de las cuerdas y con todas mis fuerzas me incorporé. Lentamente abrí los ojos, en ese momento hinchados por los golpes que el año me propinó y empecé a distinguir a las personas paradas en mi esquina. ¡Eran más de las que podía contar! Y me di cuenta que pude haber pedido relevo en cualquier momento, que pude haber entrado en pareja o en equipo.
Enero me sirvió para reacomodarme, para replantearme. Ahora estoy lista para volver a hablar con usted. Para que platiquemos del 2011 y que le pueda contar que este año y yo nos hemos hecho buenos amigos.
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