jueves, octubre 08, 2009

Una agradable sorpresa

En el puerto parece no haber invierno, no se pueden usar las grandes y acolchonadas chamarras que tan bien disimulan esos kilitos navideños de más. Es una realidad, en el puerto es verano todo el año.
Siento fanática del invierno este es uno de los sacrificios que la que escribe ha hecho en favor del crecimiento laboral de esta pequeña familia; aunque no es tan grande como el no poder ver a mis padres el día que me de la gana o tomar un té helado con las amigas en un comedor de jardín, si es una verdadera monserga sentirme chucatosa y acalorada siempre, todo el tiempo, ¡siempre!
Pero esta noche una agradable sorpresa me sorprendió a la puerta de mi casa; un viento fresco, casi helado, correteaba por las calles con total libertad y con el toque de alegría que supongo reflejaba el gusto que nos daba a todos su cordial visita.
Me emociona la idea de que esto pueda ser el inicio de un largo y muy frió invierno. Lo suficientemente frió para disfrutar una gran taza de chocolate caliente entre colchas frente al televisor y tal como leí en el blog de Héctor Grave, dormir como oruga envuelta en una suave y abrigadora colcha. Nada tan reparador como dormir con un poco de frío acurrucada entre cobijas.
Esta probadita de frescura es tan emocionante como meter el dedo gordo en la alberca y descubrir que el agua por fin está tibia en esos primeros días de verano.
A Guaymas no le ha ido muy bien últimamente, entre los destrozos que el huracán Jimena dejó después de bailar su zamba por estos rumbos, el cambio de administración municipal quienes están de lo más entretenidos jugando a la papa caliente con sus predecesores y los criminales quienes ahora se cosechan a una más temprana edad y ahora encontramos versiones de asesinos de 14 años.
Al puerto definitivamente le hace falta un respiro. Me da gusto que este respiro sea de aire fresco.

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