En la frontera

La amiga a la que había dejado en la que todavía ahora considero "mi tierra" llego a Hermosillo. Como siempre la conversación terminó solo cuando nos vimos vencidas por el sueño. Ese par de días no fueron suficientes para contarnos lo que en este año y medio de no vernos nos había ocurrido. Aun cuando compartíamos código postal el tiempo juntas siempre pareció poco.

Esta vez, junto a mi amiga llegaban las vacaciones de semana santa. Así decidí en lo que parecieron 2 minutos regresar a casa con ella. Los días aquí han sido enriquecedores. He encontrado la libertad de caminar literalmente sin rumbo que había perdido años atrás justificándome con la falta de tiempo, la mala urbanidad de mi rancho y mi nuevo estilo de vida sedentario.

Me volví a cortar el pelo y con este perdí el exceso de equipaje que cargaba inútilmente. Me siento bien, me siento libre, me siento irresponsable. Es un buen cambio sobre todo por que se que en unos días volveré con una renovada fuerza a mi vida real.

Pero por ahora he logrado detener el tiempo y olvidarme del mundo entero. Hace apenas un par de días comentaba con mi madre; mientras el severo juez que habita en nuestra cabeza no desapruebe lo que hacemos que el mundo gire pa` donde se le de la gana. Esta es la nueva definición de libertad que ha hecho de estas vacaciones de lo más entretenidas.

Creo que de esta aventura habrá mucho que contar.

Hasta pronto.