-Si, pero si son las 8 de la mañana... y en domingo
-No abras. Ha de ser un vendedor... o un Atalaya
-No dejan de tocar. ¿Me asomo?
-Si quieres
-Ya vuelvo.
Del otro lado de la puerta se veía una pareja comiéndose a besos, un hombre alto y malencarado y un par de siluetas más que no se alcanzaban a distinguir muy bien a través de la mirilla.
Abro la puerta con un poco de nervio y me encuentro a mi amiga, su prometido, su primo, el vecino del primo y la conquista del último.
Lo que había empezado en Hermosillo como un bautizo se trasladó a la fiesta de cumpleaños/graduación en la siguiente cuadra, a una pistiada en la casa del vecino a un espontáneo -¿Y si nos vamos a Guaymas?
Esa confianza que te dan más de 10 años de amistad, las borracheras, los corazones rotos, las complicidades y los éxitos y fracasos que hemos compartido lo que hicieron que ni el día ni la hora se cuestionaran.
En cualquier otra situación, el perder la rutina dominical frente al televisor habría parecido una pérdida; pero la visita de los amigos (y la familia) siempre nos trae felicidad.
Fuimos a nuestra playa, exploramos una nueva zona, una aún menos transitada. Desayunamos a la orilla del mar, paseamos, recordamos, reímos y de puntitas se acercó la tarde por nuestra espalda para sorprendernos. Las 5 de la tarde habían llegado y los amigos (those friends in low places that makes you feel like home, no matter what you do) se marcharon, de regreso a sus casas, a la realidad.
Abro la puerta con un poco de nervio y me encuentro a mi amiga, su prometido, su primo, el vecino del primo y la conquista del último.
Lo que había empezado en Hermosillo como un bautizo se trasladó a la fiesta de cumpleaños/graduación en la siguiente cuadra, a una pistiada en la casa del vecino a un espontáneo -¿Y si nos vamos a Guaymas?
Esa confianza que te dan más de 10 años de amistad, las borracheras, los corazones rotos, las complicidades y los éxitos y fracasos que hemos compartido lo que hicieron que ni el día ni la hora se cuestionaran.
En cualquier otra situación, el perder la rutina dominical frente al televisor habría parecido una pérdida; pero la visita de los amigos (y la familia) siempre nos trae felicidad.
Fuimos a nuestra playa, exploramos una nueva zona, una aún menos transitada. Desayunamos a la orilla del mar, paseamos, recordamos, reímos y de puntitas se acercó la tarde por nuestra espalda para sorprendernos. Las 5 de la tarde habían llegado y los amigos (those friends in low places that makes you feel like home, no matter what you do) se marcharon, de regreso a sus casas, a la realidad.
Puedo sentir cada músculo de mi cuerpo. No se si es por la falta de sueño, por las largas caminatas o por jugarle carreras a las embravecidas olas. Los pendientes para este domingo se han pospuesto. Hoy en esta desordenada y arenosa casa la cocina, la escoba y perros se fueron a huelga.
Un cambio de ritmo para la soledad o los amigos del viernes por la noche. El refugio de esta pequeña familia hoy se llenó de pasos, de voces y de música.
Y yo, terminé bajo la colcha viendo Jerry Maguire (the perfect end to the perfect day). La que escribe les agradece la visita.
Y yo, terminé bajo la colcha viendo Jerry Maguire (the perfect end to the perfect day). La que escribe les agradece la visita.
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