El primero del año

Se acabó. Se acabaron las fiestas, las vacaciones y los pretextos. Le di la vuelta a la esquina y me topé con la realidad. A decir verdad este año no se ve tan dura como siempre; hasta podría decirle que me mostró su cara más amable. Me da gusto que se haya ido aquel, el 08, y que llegara este con tantos planes. Para enero habrá un curso que me enseñe algo nuevo, para febrero regresaré a casa, a Mexicali, con la única intención de volver sobre mis pasos, de viajar a hace unos años cuando las cosas eran un poco menos complicadas y donde (y por no ser adulto) pasé unos años espectaculares. Regreso a ver a los amigos que se perdieron en el tiempo y el espacio, a visitar a la amiga que se queda a través de los años y las dificultades y a buscar el local donde comía raspados (cruzando la Versalles) cuando salía de la escuela y la economía mundial lo permitía. Para marzo vienen los 30 y su respectiva fiesta, de esas de las que se recuerdan y no por lo exóticas sino por lo cálidas (and meaningful), para abril las primeras firmas, la cosecha de la primera siembra de trabajo. Después... después ya veremos, aún nos sobra el tiempo.
Gracias Bliss y Brenda por sus buenos deseos y que tengan ustedes también un feliz y próspero año nuevo. Y gracias a usted, mi amigo invisible e imaginario, que pasa de vez en vez por acá a leerme y tomarse un café en el interior de mi cerebro. Espero que esté cómodo, todavía hay mucho que platicar.