Estábamos en el jardín de la casa de Jack. Como casi cada noche en esa casa había algo que hacer. Un amigo que Au le heredó a Jack y que resultó mi compañero de escuela en ese al que le llamaremos el "período negro de Ale" con guitarra en mano se disponía a cantarle las mañanitas a este matrimonio que recientemente cumplió dos años. Así nos montamos todos en la maquina del tiempo que se fue llendo lentamente al pasado. Recodábamos el día de la boda y el suceso que de no haberlo vivido en carne propia pensaría no es más que un chiste o una frase recurrente. Regresamos a los días de la universidad donde platicábamos las historias que nacieron en Sanborns sobre una taza de café rellenable y entre la nube densa del humo de cigarro. Y llegamos a los inevitables "¿te acuerdas de?" de los más famosos personajes de la prepa. Ya entrada la madrugada y habiendo transladado la reunión con todo y música al bar dimos con los sonidos de hace más de 15 años. Entre mil memorias revoloteantes cantábamos casi a gritos Black Hole Sun, Losing my religion, Where is my mind?, Gigantic y cuantas canciones nuestra oxidada memoria nos permitía recordar. Gracias al que se fue a Murcias, pero nos dejó esa música que tuvimos guardada tanto tiempo y que hoy es la de diario. De repente me sentí como entonces, cuando caminaba por las calles de Mexicali con las botas que se derritieron en el ardiente pavimento de mis veranos, con la gorra de los Bulls y con la voz de mi madre diciendo casi como ritual "¡pareces mamarracho!" cada vez que salía de casa. Eran otros tiempos, antes de los celulares y del internet, cuando había pretexto para aparecerse en la casa de los amigos sin anunciarse, cuando no había lugar al que no se llegara caminando, antes de que descubriera la vanidad y cuando cada día había una nueva aventura, una de esas tantas por las que me decían ¿por que no eres una niña normal?
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