viernes, octubre 24, 2008

De mi sala a la del cine

Una de las maneras que más disfruto para desconectarme (to unwind) es yendo al cine. En este al igual que en el teatro (al que por la geografía y la economía rara vez tengo opción de ir), al apagarse las luces se pierde el mundo que no se ve y soy parte de ese que queda iluminado. No hay ruidos, no hay responsabilidades ni consecuencias, no existe el clima ni el tiempo en su versión habitual. Así puedo igual estar en cuarentena, ser parte del robo del siglo que acompañar a Donkey Xote.
Es por eso que la falta de cine en el puerto casi hace que no quisiera venir a vivir aquí. Valientemente emprendí el viaje sabiendo de la limitación a la que me enfrentaría. Desde mayo solo he escapado al cine de hermosillo una vez para ver Batman y eso es por que mi faniatiqués por el oscuro personaje no me hubiera perdonado ver la esperada película en mi televisor.
Así cumplimos exactos los 6 meses el pasado 22 y la buena voluntad de los dioses me ha permitido darle hoy la bienvenida al primer y único cine (desde el 2001 que se cerró el anterior) en el puerto. 8 salas, food court, cafetería y dulcería; el refugio anhelado. Es verdad que no es la marca acostumbrada, era cliente del cinemark por su té helado y cómodas butacas, pero a falta de pan este MM Cinemas me sabrá al banquete de la última cena.

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