lunes, septiembre 24, 2007

¿Qué les dije?

Pues si, llegamos temprano a la dichosa cena, el vestuario blanco y beige era el correcto, saludamos cortésmente a los invitados, las mesas estaban puestas con manteles blancos, la cena era cortes de carne asada y costillas, la gente bebía su whiskey y cortaba con tenedor y cuchillo las costillas. Los platos eran blancos y la decoración era muy linda.
Pero entonces empezamos a contar “charras” en una esquina del lugar, la verdad ya no nos animamos a sentarnos en alguna de las mesas donde romperíamos la calma. De repente cuando quisimos cenar ya no había donde sentarse y tuvimos que improvisar una mesa. De plato teníamos unas servilletas, de cubierto nuestros dedos (ya toda la vajilla estaba ocupada) de tomar soda de naranja que deja bigotes y la platica que ocasionaba el único coro de risa estridente del lugar.
El festejado (mi papá) me abraza y me dice en voz bajita… ¿Por qué no te sientas en una mesa normal? La verdad no encontré una respuesta. Y ahora que lo pienso pudiéramos concluir querido lector que cuando no tengo problemas me las ingenio para atraerlos. Creo que eso es lo que ha hecho mi vida tan entretenida (por lo menos para mi)

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