lunes, febrero 23, 2009

Reloj biológico

Rápidamente se nos va escapando el último año de esta década. A los que ya le andamos rascando a los 30´s y 40´s nos da por ponernos a comparar los viejos tiempos con los de ahora. Es que tenemos tantas historias de los juegos con los amigos de la cuadra, de las expediciones en bicicleta o en patines y como parecía que cualquier lugar de Hermosillo quedaba a pie.

Pero de alguna manera pasamos de la televisión de perilla donde veíamos a los Dukes de Hazzard a las LCD conectadas a un aparatito que nos permite grabar cualquier programa de los 900 canales disponibles. Pasamos de jugar a la “roña” o las escondidas para jugar al Guitar Hero en el wii. Y que decir del cambio entre aquel walkman amarillo y los Ipods que parecen brotar nuevas y más sofisticadas versiones a la velocidad que lo hacían los gremlins al caer en el agua.

Así que pareciera que ahora tenemos menos tiempo, pasamos la mitad del día pegados al celular y la otra mitad a la computadora. El mundo se nos ha vuelto al mismo tiempo más grande y más accesible. Hay tantas cosas por hacer, tantos lugares que ver, cosas nuevas por experimentar que debemos hacer un esfuerzo sobrehumano para que nuestra vida pueda alcanzar el ajetreado ritmo que llevamos.

Es por eso que cada vez esperamos más para casarnos, para tener hijos (pocos para darles una mejor vida); queremos vivir para nosotros primero, alcanzar nuestras metas o por lo menos tener una vida muy parecida a la que soñamos.

¿Pero que pasa con nuestro reloj biológico? Parece nadie haberle avisado que los tiempos han cambiado y el muy traidor se sigue comportando como lo ha hecho los últimos miles de años. Y no conforme parece restregarle en la cara su apuro a la amiga de 30 que desea casarse y tener hijos pero se ha enamorado de un muchacho de 23, encantador, bohemio, que la quiere y la respeta pero todavía está lejos de desear un compromiso permanente. O a la que estudió medicina y dejó su vida personal para después de sus largos y exhaustivos estudios, pero ahora se ve correteada por su deseo de algún día formar una familia.

Pareciera que nuestro relojito solo fuera condescendiente con nosotros hasta cumplir 30, de ahí no le interesa nuestros proyectos personales, lo difícil que se han vuelto las relaciones de pareja, la economía mundial o nuestra realización como profesionistas, como personas, o nuestra búsqueda por la felicidad.

Quizás sea este el momento para apresurar los planes, para trabajar más duro y ahorrar para ese viaje por carretera con los amigos, aprender algo nuevo, hacer un par de locuras que se verán muy bien en el álbum de los recuerdos. Tengo tanta prisa y el tiempo parece irse más pronto. Espero que mi reloj biológico me conceda un par de años más antes de enloquecer por completo.

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