jueves, octubre 09, 2008

De nuevo la lluvia. Estaría feliz si fuera el tipo de lluvia que yo recuerdo; ese que no trae destrucción, que no sale en las noticias y que no me tiene la casa invadida de mis enemigos (los grillos). Entonces esta familia de tres ya empieza a pensar en el nuevo destino. Buscamos y analizamos, pensamos que sería una buena oportunidad para ir a donde fuera; si ya vamos a empezar de cero, lo podríamos hacer donde fuera. Y después de tanto hablar y comparar decidimos regresar sobre nuestros pasos. Ahora la historia ha cambiado y regresar no es precisamente retroceder, sino haberle dado la vuelta completa. Allá nos esperan los amigos de siempre, la familia que ya no estará solo en el teléfono, sino a unos 15 minutos de distancia, un par de negocios nuevos para experimentar, un nuevo giro de trabajo que se parece más a mi y el primer logro bajo el brazo. Pudiera confesar que estoy tan aterrada como emocionada, pero al igual que cuando nos mudamos al puerto, pienso que el cambio es bueno y es en el momento justo. Ya me estoy imaginando el regreso de los viernes por la noche, el domingo en el cine, las amigas que tan cómodamente nos confesamos en el sillón café y una nueva etapa en esta relación que ya casi le pega a los 2 años.

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