
Pero eso era lo de menos. El carnaval trajo entre el tsunami de turistas a mis suegros y a tres amigos de la comunidad de los abrazos. Así la casa pareció chica ese fin de semana, con 7 adultos y 10 perros (bueno, debo aceptar que los ocho perros que no pasan de la semana de nacidos no hacen tanto bulto) La comida se preparaba en sartenes grandes y me hacía imaginar como lo haría mi "uma" (abuela) que cocinaba para 14 y eso era si nadie llevaba invitados a comer.
Los amigos vivieron la experiencia tal cual, sin juzgar o rechazar lo que no acostumbran; sino abiertos a conocer hasta el último rincón de la festividad. Las caminatas fueron extensas, lo bueno es que estamos acostumbrados a "pedalear" y nadie se quejó.
Disfrutamos del desfile y sus selecciones musicales, de los juegos mecánicos que dan más miedo por los cables pelones que por el juego en si, de la música de banda que se escuchaba cada dos cuadras, de la playa libre de turistas al final de San Carlos y de la orquesta de múltiples ronquidos que se presento gratis en mi casa por un par de noches.
Se fueron las visitas y después el carnaval y yo me quedé sintiéndome un trapo viejo hecha bola en mi cama, frente al televisor y un litro de agua bien helada que sabía a gloria.
2 comentarios:
Ale gracias por todo, la pasamos increible! beso, TANIA
Hola Tania!! Que agradeces, si nos divertimos tanto. Espero que vengan muchas fiestas más. Este fin de semana andaré por allá. Nos vemos prontito. Besos!
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