Es curioso las cosas que ve uno cuando asoma la nariz por la ventana, desde los reggetoneros que nos serenata (forzosa e indeseada) todas las tardes, los perros que han hecho de mi frente su área de juego, a los vecinos de al lado que se han vuelto aliados y guardianes. Y ahora, el nuevo huésped emplumado del árbol de a lado que ha encontrado su casa a escasos metros de mi ventana. Bienvenido vecino.
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